martes, 1 de marzo de 2011

Soñar no cuesta nada




" Siempre miraba en la puerta
en el suelo a la entrada
por si había algún papelito
por si se te había ocurrido pasar
por si habías sentido la necesidad de pasar
y siempre que volvía de Viña
tenía el sueño de encontrarte ahí
sentada en la puerta
sentada en la escalera
y siempre te saludaba
y así me aliviaba,
en una ínfima medida me aliviaba.

también cuando los perros ladraban mucho
pensaba que eras tú
que podías ser tú
porque así le ladran los perros a las personas que no conocen
y el viento en las ramas del damasco
y en las hojas
y el viento en las plantas
también eras tú
también podías ser tú
y los perritos que vienen a pedir cáscaras de queso
también podías ser tú
pero nunca fuiste tú

nunca en ninguno de estos casos fuiste tú
siempre fue el viento
y los perritos
y los pasos de otras personas
y los ladridos para otras personas
y ya no te confundo con los pies de los perritos
y ya no te confundo con el viento entre las ramas
y ya no te confundo con el viento entre las hojas
y ya no te confundo con el viento entre las plantas
y ya no te confundo conmigo
y ya no me confundo contigo
y ya no nos confundo a los dos. "

Claudio Bertoni

1 comentario:

  1. Cuando los perritos ladran, levanto los ojos y pienso que tal vez sea el cadaver de mi enemigo, por el que me senté hace tiempo a ver pasar los días y las nubes, en espera. A mi amor lo metí en casa y también levanta los ojos cuando ladran los perros, y cuando los levanto yo. Y las campanas que anuncian lo que espero, los cascos de los caballos funerarios, ya se oyen a lo lejos... pero mis perritas, que son buenas, como todos los perros, aún no los identifican... por eso aún callan, porque no está la muerte lo suficientemente cerca. El resentimiento es peor que el rencor, porque duele. Y se oye, si se escucha. No como la pena, que es negra. Como mis perras.

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